Hubo una vez dos corazones que latían al unísono, fusionados por el destino en una historia de amor inquebrantable.
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El comienzo de un viaje juntos
Antonio y María se conocieron en un pequeño café en el centro de la ciudad. Sus miradas se encontraron y en ese instante supieron que estaban destinados a recorrer un camino juntos. Las conversaciones interminables, las risas compartidas y las miradas cómplices crearon un lazo indestructible entre ellos. Era como si el universo hubiera conspirado para unir sus destinos en un abrazo eterno.
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